Kate Boroni, tras la muerte de su marido Frank, corresponsal de guerra en Afganistán, se dispone a resurgir de sus cenizas. Cruzará el país para trabajar en la redacción de un periódico perteneciente a un antiguo amigo de la facultad.
Allí conoce a David Sinclair, reportero cansado de su vida errante y desordenada que ya tenía noticias de la existencia de Kate por unas fotos que el mismo Frank le había mostrado en uno de sus viajes.
En esta historia de intriga, amor y superación, la identidad racional y prudente de Kate se verá destronada por ese temperamento apasionado que toda aventurera urbana lleva dentro.
Booktrailer
Esta fue en su día la primera novela publicada de Menchu Garcerán y, según nos cuenta la misma autora, desde el principio quería que hubiera acción y muchos escenarios, donde los protagonistas, que son periodistas, hicieran un gran viaje por lo que la novela se desarrolla en Washington, Londres, París, Roma, Praga e Irak. Es una aventura que no te puedes perder.
"El viaje del presidente es una historia de intriga, amor y desamor, de miedo a empezar de nuevo y de superación de algunas fobias. A una mujer con un miedo casi patológico a los viajes, sensata y precavida que se ve inmersa en una situación peligrosa y ante la cual reacciona de forma sorprendente. También encontraréis a David, un corresponsal de guerra cansado de dar tumbos por el mundo pero que no termina de desligarse del todo de sus inclinaciones viajeras. Ambos tienen personalidades diferentes pero se atraen como los polos opuestos de dos imanes. Junto a ellos, Mark y Arnold juegan papeles decisivos en sus vidas.
Como personajes secundarios destacaría a Mark el jefe de ambos, quien no es quien parece ser, es un personaje que se mantiene en un segundo plano, pero que es el detonante de la unión de ambos, digamos que es quien les da un motivo para permanecer juntos".
La autora os deja dos escenas...
De pronto un destello casi imperceptible atrajo su atención. Se oían disparos de fondo mientras que él continuaba hablando. Un estruendo, que pareció una explosión, inundó la sala. Frank desapareció e inmediatamente todo se quedó negro.
Un silencio sepulcral invadió la redacción, Katie se había quedado quieta mirando fijamente, sin ver, la ennegrecida pantalla. Poco después, como si se hubieran puesto de acuerdo, todos empezaron a hablar llenando la sala de confusión.
─¿Qué demonios ha sido eso? ─preguntó uno de los reporteros precipitándose hacia el teléfono
─¡Dios mío! ─dijo Carol reaccionando─ ¡Katie! ─gritó a la vez que se volvía hacia ésta, que seguía inmóvil─ ¿Estás bien?
Era evidente que no, y a partir de ese momento todo fueron prisas, preocupación y locura. Carol se encargó de sacarla de allí y llevarla al despacho del director. Ella dejó que la llevaran y la sentaran en un cómodo sillón, tragó sin protestar algún líquido que le dieron y que le produjo un fuerte ardor en la garganta y en el estómago. Veía a la gente entrar y salir sin sentir absolutamente nada, solo un gran vacío. Esperaba que le dijeran algo que ella, en su interior, ya sabía. Nunca volvería a ver a Frank, ni su sonrisa, ni el brillo burlón de sus ojos cuando le decía que era un poco miedosa.
─Katie
Alguien la llamaba. Carol y su director estaban inclinados hacia ella y decían algo, pero no conseguía entenderlos. Los ojos de su amiga estaban inundados en lágrimas y los de su jefe rezumaban pesar y preocupación.
─Katie – esta vez era Carol la que hablaba.
─¿Frank? – se atrevió a preguntar en medio de su sopor.
─Está muerto ─contestó su amiga con un sollozo─ él y su cámara han caído en una emboscada. Ninguno ha sobrevivido.
Una densa oscuridad se cernió sobre el cerebro de Katie.
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─¿Y Swartz? ─sabía que se jugaba un cabreo monumental por parte de ella, pero tenía que oírlo de sus labios.
Kate tuvo ganas de golpearlo, pero su expresión vulnerable la detuvo. Comprendió que realmente estaba inseguro con respecto a ella y con toda probabilidad tendría razones para estarlo puesto que ella no hacía nada más que llorar en su hombro por otros hombres.
─¿Qué pasa con él? ─aunque lo entendiera no iba a ponérselo fácil. Esa no era una pregunta para hacerla en las circunstancias en las que se encontraban.
─¿Qué sientes por él? ─preguntó al fin con voz tensa.
─¿Tu crees que si sintiera algo por él, estaría aquí contigo ahora, o te habría besado?
Él permaneció en silencio, su mirada era ahora más confiada. Sentía que la había fastidiado bien. No obstante, estaba claro que no la conocía por completo.
─Y ahora ─volvió a hablar ella─ ¿Puedo seguir con lo que estaba haciendo?
Las pupilas de David se dilataron por la sorpresa y por la expectación de lo que se avecinaba. Sentía el peso de ella sobre su cuerpo y la tibieza de su piel bajo sus manos, que descansaban en su cintura. Le contestó asintiendo con la cabeza sin dejar de mirarla.
Lee AQUI el primer capítulo (clica en la carátula)
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